martes, 28 de mayo de 2019

Laura Luna / Viento y nada más


Interior con mecedora roja by José Sanz Sala


Laura Luna
VIENTO Y NADA MÁS

La mecedora de lectura seguía allí, con una levísima capa de polvo que le hacía parecer repasada con brillantina a la luz de la tarde. El resto de la casa -inmovilizado en el tiempo- no era más que paisaje. Sería la primera y última vez que visitara la casa de sus padres después de su muerte. La inercia del viento casi imperceptible engañaba la pupila y la silla parecía moverse, lento hacia atrás, lento hacia adelante. José Padilla no creía en fantasmas, y menos en el de su padre, que no era hombre de andarse con cosas. Sin embargo, dio un respingo hacia atrás al sentir una pequeña brisa que se transformó pronto en un escalofrío. Pero no. Era viento y nada más. Recorrió la casa como en un sueño: Todo, salvo la silla de lectura, había sido detenido en el tiempo y tuvo la sensación de estar caminando en medio de una fotografía de los viejos tiempos, con sus padres todavía vivos en el gesto inmortalizado de disponerse a cortar un ponqué o soplar una vela. Pero no. Era real. Visitaba la casa de sus padres: Muertos. Dio un último vistazo: La silla pareció oscilar de veras, y la figura encanecida de su padre ojeaba un libro alejando la página y entrecerrando los ojos para ver mejor. Pero no, era viento y nada más. Pensó con tristeza, y cerró la puerta por última vez.




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