martes, 27 de diciembre de 2011

Calixthe Beyala / Cornudas


Calixthe Beyala
CORNUDAS

Aun cornudas, ellas siguen amándolos, llevan a su hombre en las venas.




Calixthe Bayala
Mujer desnuda, mujer negra
La sonrisa vertical
Barcelona, Tusquets, 2003, p. 146



lunes, 26 de diciembre de 2011

Bohumil Hrabal / La señal


Bohumil Hrabal
LA SEÑAL

Yo, que no he hecho más que entregarme a la lectura, esperando una señal secreta, ¿cómo he acabado?, al fin y al cabo, los libros han conspirado contra mí, sin haberme transmitido ningún mensaje del cielo.



Bohumil Hrabal
Una soledad demasiado ruidosa
Buenos Aires, Ediciones Destino, 1990




domingo, 25 de diciembre de 2011

Bohumil Hrabal / Mi madre


Bohumil Hrabal
MADRE

Al cabo de un mes recibí la urna con las cenizas de mi madre, la llevé a casa de mi tío y al entrar en su jardín, él exclamó a grito pelado… Hermanita mía, ¡ayayay!, qué manera de volver.


Bohumil Hrabal
Una soledad demasiado ruidosa
Buenos Aires, Ediciones Destino, 1990




viernes, 23 de diciembre de 2011

Bohumil Hrabal / Media vuelta


Bohumil Hrabal
MEDIA VUELTA

Dio media vuelta y se fue como alguien que se aleja de una desgracia.



Bohumil Hrabal
Una soledad demasiado ruidosa
Buenos Aires, Ediciones Destino, 1990




miércoles, 21 de diciembre de 2011

Juan José Arreola / El sapo


Juan José Arreola
EL SAPO

Salta de vez en cuando, sólo para comprobar su radical estático. El salto tiene algo de latido: viéndolo bien, el sapo es todo corazón.
Prensado en un bloque de lodo frío, el sapo se sumerge en el invierno como una lamentable crisálida. Se despierta en primavera, consciente de que ninguna metamorfosis se ha operado en él. Es más sapo que nunca, en su profunda desecación. Aguarda en silencio las primeras lluvias.
Y un buen día surge de la tierra blanda, pesado de humedad, henchido de savia rencorosa, como un corazón tirado al suelo. En su actitud de esfinge hay una secreta proposición de canje, y la fealdad del sapo aparece ante nosotros con una abrumadora cualidad de espejo.




domingo, 18 de diciembre de 2011

Augusto Monterroso / La oveja negra

Augusto Monterroso
LA OVEJA NEGRA

En un lejano país existió hace muchos años una Oveja negra. Fue fusilada. Un siglo después, el rebaño arrepentido le levantó una estatua ecuestre que quedó muy bien en el parque. Así, en lo sucesivo, cada vez que aparecían ovejas negras eran rápidamente pasadas por las armas para que las futuras generaciones de ovejas comunes y corrientes pudieran ejercitarse también en la escultura.



viernes, 16 de diciembre de 2011

jueves, 15 de diciembre de 2011

Angel Olgoso / La mujer transparente


Ángel Olgoso
LA MUJER TRANSPARENTE

La mujer se desnuda, unta de miel todo su cuerpo con minuciosidad, se revuelca a conciencia en un montón de trigo dispuesto en el pajar, recoge parsimoniosamente los granos pegados a la piel, uno por uno, y elabora con ellos una sabrosa torta que dará a comer al hombre cuando regrese.
Con la leña del horno arden también pasadas aflicciones y crueldades, se queman una vez más temores y egoísmos, las lágrimas estallan de nuevo entre chispas esparciendo un fragante aroma que perfuma la casa como si fuese incienso. Los ojos de la mujer, vigilantes y esperanzados, se dirigen a la entrada y su corazón late con una fuerza que parece ensanchar las puertas. Se ha soltado la cinta del pelo y ha adornado la mesa con flores en torno al pastel incitador. Cuando el hombre llega, pasa ante la mujer sin detenerse y sin mirarla, anunciando que viene comido.




miércoles, 14 de diciembre de 2011

Egolastra / Plan de fuga


Egolastra
PLAN DE FUGA

Ya que esto no tiene sentido, será mejor que nos pongamos de acuerdo y la próxima vez que salgamos huyendo el uno del otro no lo hagamos en la misma dirección.

Egolastra
La atracción del fracaso
Bubok, 2011, 120 páginas




lunes, 12 de diciembre de 2011

Lewis Carroll / Locos


Lewis Carroll
LOCOS

─En esa dirección ─dijo el Gato, indicando con la pata derecha─ vive un Sombrerero; y en esa dirección ─señalando con la otra─ vive la Liebre de Marzo. Visita al que te plazca: ambos están locos.
─Pero es que a mí no me gusta tratar a gente loca ─protestó Alicia.
─Oh, eso no lo puedes evitar ─repuso el Gato─. Aquí todos estamos locos. Yo estoy loco. Tú estás loca.
─¿Cómo sabes que yo estoy loca? ─preguntó Alicia.
─Tienes que estarlo ─afirmó el Gato─, o no habrías venido aquí.



Lewis Carroll
Alicia en el país de las maravillas




sábado, 10 de diciembre de 2011

Bohumil Hrabal / Ojos


Bohumil Hrabal
OJOS
Traducción de Monika Zgustová

Fue en aquella época cuando me comunicaron que mi madre estaba gravemente enferma, de modo que monté en mi bicicleta y me dirigí a casa; tenía sed y bajé corriendo a la bodega para beber leche cuajada fresca; tomé el recipiente frío del suelo húmedo y agarrándolo con las dos manos, bebía ávidamente, cuando de golpe vi delante de mis ojos otros dos ojos que flotaban en la superficie, pero tenía tanta sed que continué bebiendo hasta que aquellos ojos se acercaron peligrosamente a los míos, parecían los dos faros de una locomotora que sale de un túnel de noche, luego los dos ojos desaparecieron justo en el momento en que algo vivo se me metió en la boca, y tirando por una de sus patas saqué una rana que se agitaba, la tiré al jardín y después volví a la bodega para acabarme la leche tranquilamente.



Bohumil Hrabal
Una soledad demasiado ruidosa
Buenos Aires, Ediciones Destino, 1990.
Páginas 24, 25.

jueves, 8 de diciembre de 2011

Thomas Bernhard / El imitador de voces

Trodden Weed
Andrew Wyeth
Thomas Bernhard
EL IMITADOR DE VOCES

El imitador de voces, que ayer por la tarde fue huésped de la Asociación de Cirujanos, se mostró dispuesto, después de su representación en el Palais Pallavicini, al que lo había invitado la Asociación de Cirujanos, a ir con nosotros a Kahlenberg, para allí, donde tenemos una casa siempre abierta a todos los artistas, exhibirnos también su arte, naturalmente a cambio de unos honorarios.
Rogamos al imitador de voces, que procedía de Oxford, Inglaterra, pero había ido al colegio de Landhurst y había sido en otro tiempo armero de Berchtesgaden, que no se repitiera en el Kahlenberg, sino que nos representara algo totalmente distinto de lo de la Asociación de Cirujanos, es decir, que imitase en el Kahlenberg voces totalmente distintas de las del Palais Pallavicini, lo que nos prometió a nosotros, que habíamos estado entusiasmados con el programa que presentó en el Palais Pallavichini. Realmente, el imitador de voces nos imitó en el Hahlenberg voces totalmente distintas, más o menos famosas, de las de la Asociación de Cirujanos. Pudimos formular también deseos, que el imitador de voces satisfizo con la mejor voluntad. Con todo, cuando le propusimos que, para terminar, imitase su propia voz, nos dijo que eso no sabía hacerlo.




martes, 6 de diciembre de 2011

Thomas Bernhard / El tren de la mañana


Thomas Bernhard
TREN DE LA MAÑANA
Traducción de Miguel Sáenz 

Sentados en el tren de la mañana, miramos por la ventanilla precisamente cuando pasamos por el barranco al que, hace quince años, cayó el grupo de colegiales con el que íbamos de excursión a la cascada, y pensamos en que nosotros nos salvamos pero los otros, sin embargo, están muertos para siempre. La profesora que llevaba a nuestro grupo a la cascada se ahorcó inmediatamente después de la sentencia de la Audiencia de Salzburgo, que fue de ocho años de prisión. Cuando el tren pasa por ese sitio, oímos, con los gritos del grupo, nuestros propios gritos.

Thomas Bernhard
El imitador de voces
Madrid, Alfaguara, 1999, pág. 33.





domingo, 4 de diciembre de 2011

Sam Shepard / Sueño Marino

Ilustración de Hokusai
Sam Shepard
BIOGRAFÍA
SUEÑO MARINO
Traducción de Enrique Murillo

La cama era para él un océano, incluso cuando estaba despierto. Las mantas se ondulaban como las olas. Las sábanas espumeaban como las rompientes. Las gaviotas caían en picado y pescaban a lo largo de su espalda. Hacía bastantes días que no se levantaba y todo el mundo estaba preocupado. No quería hablar ni comer. Sólo dormir y despertarse y volver a dormirse. Cuando fue a verlo el médico, se le meó encima. Cuando fue a verlo el psiquiatra, le lanzó un escupitajo. Cuando fue a verlo un cura, le vomitó. Finalmente lo dejaron en paz y se limitaron a pasarle zanahorias y lechuga por debajo de la puerta. Era lo único que quería comer. Los demás habitantes de la casa bromeaban diciendo que tenían un conejito, y él les oyó. Cada vez se le aguzaba más el oído. De modo que dejó de comer. Empujó la cama hasta ponerla contra la puerta, para que nadie pudiera entrar, y luego se durmió. Por la noche los demás habitantes de la casa oían el silbido de los huracanes al otro lado de la puerta. Y truenos y relámpagos y sirenas de barcos en una noche de niebla. Aporrearon la puerta. Intentaron derribarla, sin conseguirlo. Aplicaron la oreja a la puerta y oyeron gorgoteos subacuáticos. En la cara exterior de las paredes de esa habitación empezaron a crecer algas y percebes. Comenzaron a asustarse. Decidieron encerrarlo en un manicomio. Pero cuando salieron por el coche descubrieron que toda la casa estaba rodeada por un océano que se extendía hasta donde alcanzaba su vista. Océano y nada más que océano. La casa se balanceaba y cabeceaba toda la noche. Ellos se quedaron apretujados en el sótano. Desde la habitación cerrada les llegó un prolongado gemido y la casa entera se sumergió en el mar.


Sam Shepard
Luna Halcón 
Barcelona, Anagrama, 1986, págs. 94-95




viernes, 2 de diciembre de 2011

Carlos Meneses Cárdenas / La carta


Carlos Meneses Cárdenas
LA CARTA

Escribió con pulso tembloroso a una antigua novia: voy a morir pronto, sufro una enfermedad incurable. Te escribo para pedirte perdón si alguna vez te he ofendido. Días después recibió respuesta: No te aflijas por mi perdón, estoy muerta hace varios años.





miércoles, 30 de noviembre de 2011

Marta Abelló / Cosas de niños


Marta Abelló
COSAS DE NIÑOS

Cerró los ojos. Las puertas del armario, entreabiertas, dejaban paso a la temible oscuridad de su interior. Cosas de niños, pensaba, así que abrió los ojos de nuevo y decidió levantarse de la cama. Sus pies descalzos le enviaron la primera señal de peligro: la segunda fue su corazón tembloroso. La tercera señal la dio su boca, que se abrió en forma de grito. Alguien, bajo la cama, asía sus tobillos y, aterrorizado, miró de nuevo hacia las puertas del armario, entreabiertas. Cosas de niños, pensaba, pero los dedos extraños en sus pies no estaban de acuerdo.





lunes, 28 de noviembre de 2011

Esteban Dublín / Trastorno

Muchacho sentado, 1985
Eustaquio Carrasco Carrasco

Esteban Dublín
TRASTORNO

   El pastor no lograba explicarse por qué siempre después de las noches de luna llena desaparecía una de las ovejas, y, menos aún, la razón por la que amanecía desnudo, empapado en sangre y cubierto de huesos en medio del rebaño.


Lea, además
BIOGRAFÍA DE ESTEBAN DUBLÍN



sábado, 26 de noviembre de 2011

Esteban Dublín / Huesos


Esteban Dublín
HUESOS

María Cristina Ibarra tiene mil canciones incrustadas en los huesos. Es por eso, tal vez, que disfruta fracturándose. Porque cada vez que uno de sus simientes se quiebra, en lugar de sonar crack, como debería ser, se escucha una composición completa y detallada que deleita sus oídos. Esta noche se espera una tragedia. María Cristina muere por escuchar una sinfonía.


Lea, además
BIOGRAFÍA DE ESTEBAN DUBLÍN



jueves, 24 de noviembre de 2011

martes, 22 de noviembre de 2011

Italo Calvino / Isidora

Ilustración de Gabriel Pacheco

Italo Calvino
ISIDORA
           
Al hombre que cabalga largamente por tierras agrestes le asalta el deseo de una ciudad. Finalmente llega a Isidora, ciudad donde los palacios tienen escaleras de caracol incrustadas de caracolas marinas, donde se fabrican con todas las reglas del arte catalejos y violines, donde cuando el forastero está indeciso entre dos mujeres siempre encuentra una tercera, donde las peleas de gallos degeneran en riñas sangrientas entre los que apuestan. En todas estas cosas pensaba el hombre cuando deseaba una ciudad. Isidora es, pues, la ciudad de sus sueños; con una diferencia. La ciudad soñada lo contenía joven; a Isidora llega a edad avanzada. En la plaza hay un murete desde donde los viejos miran pasar la juventud: el hombre está sentado en fila con ellos. Los deseos ya son recuerdos.


“LAS CIUDADES Y LA MEMORIA 2” en Italo Calvino, Las ciudades invisibles, Siruela, Madrid, 1972, 176 páginas.




sábado, 19 de noviembre de 2011

Juan José Arreola / Receta casera

Reflect
Alisa Monks
Juan José Arreola
RECETA CASERA

            Haga correr dos rumores. El de que está perdiendo la vista y el de que tiene un espejo mágico en su casa. Las mujeres caerán como las moscas en la miel.
            Espérelas detrás de la puerta y dígale a cada una que ella es la niña de sus ojos, cuidado de que no lo oigan las demás, hasta que les llegue su turno.
            El espejo mágico puede improvisarse fácilmente, profundizando en la tina de baño. Como todas son unas narcisas, se inclinarán irresistiblemente hacia el abismo doméstico.
            Usted pude entonces ahogarlas a placer o salpimentarlas al gusto.



Juan José Arreola
Palindroma
Joaquín Mortiz, México D.F., 1974
160 páginas.



miércoles, 16 de noviembre de 2011

Augusto Monterroso / El dinosaurio

Ilustración de Augusto Monterroso
Augusto Monterroso
EL DINOSAURIO

Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.




Augusto Monterro

IL DINOSAURO

Quando si svegliò, il dinosauro era ancora lì.



miércoles, 9 de noviembre de 2011

Daniel Jerez Torns / Todas las Claudias son así

Por la lejana montaña
Fotografía de Triunfo Arciniegas
Daniel Jerez Torns
TODAS LAS CLAUDIAS SON ASÍ
           
Al llegar al puente, le entregó el ramo de flores a Claudia. Mario, nervioso, miraba todos los lugares posibles, menos sus ojos. Claudia, por su parte, no retiraba la mirada del ramo. “Hay una abeja”, le dijo. Mario sacudió la rosa y el insecto salió volando. Claudia cogió el ramo. Se fueron agarrados de la mano a un café. Allí se besaron y se acariciaron. Se dijeron algunas palabras bonitas. Luego, fueron al cine, colocándose en las filas de atrás para jugar con sus manos. Tomaron una copa y se despidieron. Claudia miró el reloj. Este marcaba las 00:05. Se acercó al contenedor de basura y tiró el ramo. Ya se había acabado el día de los enamorados.



Daniel Jerez Torns
Relatos a través del microscopio
Bubok, 2010, 44 páginas





domingo, 6 de noviembre de 2011

Samuel Solleiro / La trompeta afilada del segundo ángel

Angel soplando una trompeta, 1957
Edgar Degas
Samuel Solleiro
LA TROMPETA AFILADA DEL SEGUNDO ÁNGEL

            El día que Xosefina Hermelinda García-Teixeira Pérez cumplió doscientos veintitrés años, decidió que la muerte se había olvidado de ella definitivamente, que era el momento de dejar de ser la vieja que había sido durante un siglo y medio y empezar de nuevo. Así que bajó a la peluquería de la esquina a arreglarse el pelo y hacerse la manicura, y regresó a casa dos horas después hecha una niña de once años.
            Murió al cabo de un mes, del segundo sarampión de su vida.


Samuel Solleiro
Elegías a Dios y al Diablo
Lengua de Trapo, Madrid, 2007, 128 páginas.




miércoles, 2 de noviembre de 2011

Adolfo Bioy Casares / Rescate



Adolfo Bioy Casares
RESCATE

             Dormía en la cama donde siempre había dormido con su mujer. Seguía ocupando el lado izquierdo del colchón, como si la mujer ocupara el derecho. La verdad es que, a pesar de estar muerta, de alguna manera todavía lo ocupaba, porque todas las noches, quizás en sueños, lloraba a su lado, lo acariciaba, le decía que era desdichada sin él y que lo esperaba ansiosamente.
            O si no, decía:
   —No olvides que tu mujer te espera. Abro los brazos para recibirte.
              Y también:
             —Morir no es horrible; lo horrible es estar separados. No tardes.
            Después de mucho tiempo llegó el día en que el viudo conoció en un club a una muchacha. Ésta lo acompañó a su casa y se quedó a vivir con él. La primera medida que tomó la muchacha fue cambiar el viejo colchón por uno nuevo. La muerta no persistió en sus visitas.




sábado, 29 de octubre de 2011

Edgar Allan García / 69

Beautiful Day
Paco Martos

Edgar Allan Garcia Rivadeneira
69

Tenía la mente clara, el corazón en carne viva y nunca pudo adaptarse a máscara alguna. Quizá por eso muchos sintieron su presencia como una afrenta o una provocación. Lastimarla era fácil pero nadie pudo jamás humillarla. Conocía a la perfección lo que significaba la dignidad porque su fortaleza venía de adentro. La noche en que la asaltó la nostalgia, saltó por la ventana con ganas de volar y sí, logró volar lejos, muy lejos. Solo su cuerpo quedó tendido abajo, como escuchando los latidos de la tierra.

Edgar Allan García
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