miércoles, 25 de marzo de 2020

Triunfo Arciniegas / Vida conyugal



Ilustración de Rotaru Dragos

Triunfo Arciniegas
VIDA CONYUGAL

Mi mujer y yo hemos cambiado, más ella que yo, creo. Mientras mi mujer se estira y se contonea, me encojo como un ratón y me desangro. La miro de reojo y no digo nada. Las palabras que me trago me rasgan sin lástima. Ahí dentro las heridas supuran y así termino envenenado por mis propias miserias. Aunque sus gestos, cada vez más altaneros, son los mismos, y sus historias, todavía más retorcidas, las mismas, algo en el aire me eriza la piel. Como en una encarnizada partida de ajedrez, le desaparecí el gato cuando me quemó los libros y, por su parte, en una jugada perfecta, le escribió una carta obscena a mi madre porque le espanté un pretendiente. Uno tras otro, he perdido los botones de las camisas. Su café sabe a cucaracha y el arroz se le quema, como si pretendiera matarme de hambre. El rencor de otros hombres se derrama en las paredes y ella cree que todas esas frases malintencionadas son mías. No es así. Voy al solar, abro un hueco en la tierra hasta destrozarme las manos y escondo mis gritos. En fin, me pregunto si todavía es mi mujer porque a veces, en mitad de la noche, la sorprendo mirándome como una serpiente.

México, 12 de diciembre de 2013

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