Los confusos
El monarca de aquel país, para perpetuarse en el poder, se propuso crear una escuela de la confusión.
—De ahora en adelante —explicó a sus ministros— vamos a cambiar el significado de las palabras. A la noche la llamaremos guayaba, a la golondrina la llamaremos mar, al toro lo llamaremos piedra, al rey lo llamaremos gafas y así hasta completar un nuevo idioma.
Los ministros se pusieron a trabajar y crearon, al cabo del tiempo, un diccionario nuevo.
Todos los niños fueron obligados a prepararse en la nueva escuela.
Cuando estuvo lista la primera generación el rey construyó una nueva ciudad y envío allí a hombres y mujeres.
Con el tiempo, las siguientes generaciones confusas declararon la guerra. Sus ejércitos se tomaron la ciudad, entraron a palacio y pusieron pres o al rey. El jefe dijo:
—Gafas, por principio te basamos en el plato torcido. ¡Te disfrazamos el ajedrez por tus colas del caucho!
Al escuchar a su jefe, los hombres confusos llevaron al rey a la plaza y lo decapitaron.
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