Sam Jinks |
Mario Mendoza
CUENTO DE NAVIDAD
Faltan unos minutos para la medianoche. El lugar parece una bodega abandonada, unos talleres fuera de servicio o una antigua estación ferroviaria, pues a lo lejos se escucha el ruido característico de un tren de carga. Un hombre está amarrado a un asiento. Su rostro está descompuesto por el pánico: la piel amarilla, los ojos inyectados en sangre, una barba de varios días cubre sus mejillas, dos ojeras le hunden la mirada de mala manera y la comisura de los labios le tiembla nerviosamente. A su lado, un joven con pantalones anchos y gorro de lana hace el papel de guardián con un revólver en la mano.
Una puerta se abre al fondo y entra otro muchacho. Dice con prisa, atropellando las palabras:
—Listo, tenemos que hacerlo.
—¿Dieron la orden? —pregunta el primero.
—Sí, salgamos de esto rápido.
El prisionero suplica, llora, ruega, ofrece dinero a sus victimarios. Los jóvenes se juegan con una moneda el papel de verdugo a un cara o sello. Pierde el joven guardián, revisa las balas en el tambor de su revólver y acerca el arma a la sien del prisionero. Cuando va a tirar del gatillo se escuchan fuegos artificiales y el lugar se ilumina de pronto con luces multicolores y fantasmagóricas. El sicario desvía la mirada y sus ojos se pierden allá lejos, detrás de la ventana. Baja el revólver y dice:
—Lo hacemos mañana. Hoy es Navidad.
La horrible noche / Relatos de violencia y guerra en Colombia
Antología de Peter Schultze-Kraft
Bogotá, Seix Barral, 2001
¿Sicarios con espíritu navideño o con espíritu torturador?
ResponderEliminarcon espíritu nostálgico
EliminarExcelente historia, muy colombiana...
ResponderEliminarmuy buena la historia
ResponderEliminarQuien me ayuda con el inicio nudo y desenlace que no lo entiendo por favor
ResponderEliminarSu mamá 👻👻👻💀💀💀😹😹😹
EliminarSu mamita mi estimado compatriota
EliminarQuien me ayuda por fa con las ideas principales
ResponderEliminar