lunes, 28 de febrero de 2022

Isaak Bábel / El cementerio de Kosin

 


Isaak Bábel
EL CEMENTERIO DE KOSIN

El cementerio de una pequeña ciudad judía: Assyria. Y el misterioso umbral del Oriente en los campos volinios, plagados de cizaña…

Piedras grises talladas, con inscripciones de trescientos años. Relieves toscos cincelados en el granito. Un pez y un cordero sobre una calavera. Rabinos con gorros de piel. Las caderas estrechas de los rabinos están ceñidas con correas. Y bajo sus rostros ciegos se retuerce la línea de piedra de sus barbas ondulantes. A un lado, debajo de una encina partida por un rayo, la cúpula funeraria del rabino Asriel, a quien mataron los cosacos de Bogdan Chmelnitski. Cuatro generaciones yacen en esa sepultura, miserable como la choza del aguador. En la lápida, enverdecida de musgo, se entona una plegaria beduina y palabrera:

Asriel, hijo de Chanaías, labio de Jehová.

Elías, hijo de Asriel, cerebro que recogió el desafío con el olvido.

Wolf, hijo de Elías, príncipe que fuiste arrebatado a la Tora en la decimonovena primavera.

Jehuda, hijo de Wolf, rabino de Cracovia y de Praga.

¡Oh Muerte, oh ladrona codiciosa y voraz! ¿Por qué no nos perdonaste siquiera una vez?

Isaak Bábel
Caballería roja

jueves, 24 de febrero de 2022

Raúl Brasca / Perplejidad




Raúl Brasca
PERPLEJIDAD

a Guillermo Martínez

La cierva pasta con sus crías. El león se arroja sobre la cierva, que logra huir. El cazador sorprende al león y a la cierva en su carrera y prepara el fusil. Piensa: si mato al león tendré un buen trofeo, pero si mato a la cierva tendré trofeo y podré comerme su exquisita pata a la cazadora.


De golpe, algo ha sobrecogido a la cierva. Piensa: si el león no me alcanza ¿volverá y se comerá a mis hijos?. Precisamente el león está pensando: ¿para qué me canso con la madre cuando, sin ningún esfuerzo, podría comerme a las crías?

Cierva, león y cazador se han detenido simultáneamente. Desconcertados, se miran. No saben que, por una coincidencia sumamente improbable, participan de un instante de perplejidad universal. Peces suspendidos a media agua, aves quietas como colgadas del cielo, todo ser animado que habita sobre la Tierra duda sin atinar a hacer un movimiento.

Es el único, brevísimo hueco que se ha producido en la historia del mundo. Con el disparo del cazador se reanuda la vida.


Las aguas madres
Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1994




miércoles, 16 de febrero de 2022

Tony de Mello / La fruta

 


Tony de Mello
LA FRUTA

En cierta ocasión se quejaba un discípulo a su maestro: «Siempre nos cuentas historias, pero nunca nos revelas su significado». El maestro le replicó: «¿Te gustaría que alguien te ofreciera fruta y la masticara antes de dártela?»

viernes, 11 de febrero de 2022

Triunfo Arciniegas / El rey tuerto




Triunfo Arciniegas
EL REY TUERTO

La gente se rendía ante el rey calvo, tuerto, borracho y lujurioso, y si alguien se atrevía a señalar su fealdad o cuestionar alguno de sus mandatos, de inmediato le cortaban la cabeza y la clavaban en una estaca. Con el resto alimentaban a las fieras.

La gente aplaudía los discursos aunque el rey apareciera en el balcón borracho o desnudo o con dos o tres de sus mujerzuelas. A todos les parecía sabio y gracioso. Una le sostenía la corona y otra el cetro o lo que fuera, y la última le secaba el sudor con un pañuelo.

Un ojo, un solo ojo, adornaba la puerta del palacio.

"El ojo de Dios", consideraron los más estúpidos. El ojo que todo lo ve y todo lo sabe. El ojo que no duerme. El ojo que fornica. Ojo y Dios se confundieron.

La gente se tapaba un ojo con un parche negro y escondía su melena o simplemente se rasuraba en señal de respeto, y en sus oraciones agradecía que el rey no fuese cojo o manco.

Nadie merecía ser más que el rey.

"No merecemos ni aire que respiramos", dijeron los imbéciles. "Patria o muerte", rezaron, con el ojo cerrado.

El terror dominaba el reino.

Las cabezas clavadas en las estacas y las banderas rojas, con el ojo en el centro, bordeaban el sendero al palacio.

Nubes de moscas ensombrecían el paisaje hasta que el sol resecaba las cabezas.

El viento gemía, arrastraba el polvo de los caminos y desgarraba las banderas.

De noche, los gemidos del viento se mezclaban con el alboroto del palacio y el clamor de los torturados de los calabozos.

La gente, la misma que antes celebró las borracheras y los desmanes del tirano, sellaba puertas y ventanas, muerta de miedo.

Las fieras patrullaban las calles.

11 de febrero de 2022



miércoles, 9 de febrero de 2022

Abdulrazak Gurnah / Hombres-lobo


 



Abdulrazak Gurnah
Hombres-lobo


Hay lobos y chacales que roban bebés y los crían como bestias, alimentándolos con pecho de perro y carne regurgitada. Les enseñan a hablar su lenguaje y a cazar. Cuando son mayores, hacen que se apareen con ellos para engendrar hombres-lobo que viven en lo más profundo de la selva y sólo comen carne podrida. También comen carne humana, pero sólo de aquellos por quienes no se había rezado tras su muerte.



viernes, 4 de febrero de 2022

William Somerset Maugham / Cuestión de honor

 

Ilustración de Terence Wilde


William Somerset Maugham
CUESTIÓN DE HONOR

Un italiano, empujado por el hambre, llegó a Nueva York y a su debido tiempo consiguió trabajo por la calle. Estaba apasionadamente enamorado de su mujer a quien había dejado en Italia. Llegó hasta él el rumor de que su sobrino se acostaba con ella y la rabia se apoderó de él. No tenía dinero para regresar a Italia, pero escribió a su sobrino diciéndole que fuese a Nueva York, donde ganaría buenos jornales. El sobrino llegó y al día siguiente de su llegada su tío lo mató. Fue detenido. La esposa fue reclamada para el juicio y a fin de salvar a su marido confesó lo que no era verdad, que el muchacho había sido su amante. El hombre fue condenado a unos años de presidio y más tarde indultado. Su mujer lo esperaba. Sabía que no le había sido infiel, pero su confesión era para él una carga tan pesada para su honor como si hubiese sido verdad. Lo torturaba. Lo avergonzaba. Comenzaron las escenas violentas y finalmente, desesperada, en vista de que no había otra cosa que hacer, ya que ella amaba a su marido, le dijo que la matase. Y él le clavó el cuchillo en el corazón. El honor estaba a salvo.
1919.


W. Somerset Maugham
Carnet de un escritor
Plaza & Janes, Barcelona, 1961, p. 173