Evelio Rosero
LAS GALLINAS Y EL ECLIPSE
Estábamos
eternas, recorriendo el mismo huerto y escarbando la misma tierra a la búsqueda
de los gusanos de siempre, de idéntico sabor, cuando de pronto el cielo empezó
a oscurecer y todas sentimos frío y nos dijimos “Qué extraño, algo le pasa al
cielo” y nos vimos obligadas a subir al árbol, sin sueño, y por la fuerza de la
costumbre tuvimos que cerrar los ojos y lo más sorprendente de todo es que no
pasó mucho tiempo cuando Séneca el gallo empezó a cantar y entonces nosotras
volvimos a bajar del árbol, contentas de que la noche fuera fugaz porque de
todos modos no teníamos sueño.
Fuimos
donde Séneca para pedirle explicación, solo que tampoco él sabía nada, de modo
que no quedó más alternativa que ir donde la abuela, pretenciosa como siempre
en su rincón, procurándose a duras penas el gusano suyo de cada día. “Qué ha
sucedido” le preguntamos, y ella nos contempló maliciosa y luego dijo: “No es
la primera vez que ocurre esto. Es muy sencillo. Ustedes saben, hay un gran
pollo amarillo flotando allá arriba; cuando logra desenterrar un buen gusano se
esconde detrás de mí, se lo come, y vuelve a salir”.
La
explicación fue suficiente para que olvidáramos aquello y entonces
continuáramos eternas, recorriendo el mismo huerto, como siempre, en círculos.
Evelio Rosero
Cuento para matar un
perro (y otros cuentos)
Carlos Valencia
Editores, Bogotá, 1989, p.38
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