DOS CORDELIAS
El día que fueron a traer agua de la fuente, Cordelia se sorprendió al ver por primera vez su rostro reflejado y comenzó a hablar consigo misma. A punto de retirarse del lugar, de la fuente salió el reflejo y adquirió cuerpo y alma. Mi madre fingió no asombrarse y ante los ojos estupefactos de los aguadores, como si nada hubiera pasado, tomó a las niñas de la mano y emprendió la caminata de regreso. Mi madre llegó a casa con dos Cordelias, una de ellas empapada.
Adela Fernández
Duermevelas
Editorial Katún, México, D.F, 1986, p. 16
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