Juan Carlos Moyano
Noel
Nació cadáver.
Envejeció y con los años, poco a poco, se le enderezó la columna vertebral, sanó del reumatismo y la piel se le fue templando en una sonrosada lisura.
Se acostó con bellas mujeres, triunfó en las apuestas hípicas, acertó al gordo en tres loterías y con habilidad postmatura ocupó importantes puestos en la administración de gobierno.
Sintió el amor entre las venas como una fría culebra que lo recorrió de pies a cabeza. Supo de las dichas de una amante niña, hasta cuando ella decidió abandonarlo: siendo una mujer adulta y él un chico de pocos años.
Antes de volver al vientre materno y asumir la movención renacuaja de un espermatozoide y ser la dicha y los espasmos de dos enamorados; grabó en su diminuto instinto el sonido de los gemiditos amorosos de su madre. En el mismo instante que un anticonceptivo pusiera fin a su proceso.
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