Adolfo Bioy Casares
RESCATE
Dormía en la cama donde siempre había dormido con su mujer. Seguía ocupando el lado izquierdo del colchón, como si la mujer ocupara el derecho. La verdad es que, a pesar de estar muerta, de alguna manera todavía lo ocupaba, porque todas las noches, quizás en sueños, lloraba a su lado, lo acariciaba, le decía que era desdichada sin él y que lo esperaba ansiosamente.
O si no, decía:
—No olvides que tu mujer te espera. Abro los brazos para recibirte.
Y también:
—Morir no es horrible; lo horrible es estar separados. No tardes.
Después de mucho tiempo llegó el día en que el viudo conoció en un club a una muchacha. Ésta lo acompañó a su casa y se quedó a vivir con él. La primera medida que tomó la muchacha fue cambiar el viejo colchón por uno nuevo. La muerta no persistió en sus visitas.
Gracias por esta entrada.
ResponderEliminarPor todas las que regalas en tu blog, Triunfo.
Un nombre justo, Triunfo.
Alicia
Gracias, Alicia.
ResponderEliminarFeliz día.
Triunfo.