Marta Abelló
COSAS DE NIÑOS
Cerró los ojos. Las puertas del armario, entreabiertas, dejaban paso a la temible oscuridad de su interior. Cosas de niños, pensaba, así que abrió los ojos de nuevo y decidió levantarse de la cama. Sus pies descalzos le enviaron la primera señal de peligro: la segunda fue su corazón tembloroso. La tercera señal la dio su boca, que se abrió en forma de grito. Alguien, bajo la cama, asía sus tobillos y, aterrorizado, miró de nuevo hacia las puertas del armario, entreabiertas. Cosas de niños, pensaba, pero los dedos extraños en sus pies no estaban de acuerdo.