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Ilustración de Carrie Vielle |
Cambie su vida
Entra a la casa, prende la luz e inmediatamente aplausos sonoros retumban en la sala. Esa no es su sala, no son sus muebles y hay gente extraña, pero el animador le dice, No está equivocado, esta es su casa querido amigo y está participando en el exitoso programa Cambie su vida, y... ¡sigue el concurso! El coordinador prende la luz de Aplausos y suenan los aplausos. Hay un corte para comerciales y aparecen tres maquilladores y el coordinador que lo lleva a un sillón y le pregunta, Conoce las reglas del concurso, y sin esperar la respuesta se marcha, y las maquilladoras le echan polvos en la cara, le arreglan la camisa, la corbata, le echan un líquido con aerosol en el pelo, lo peinan, le dicen cómo sentarse mientras se oye la voz del coordinador diciendo, Silencio, 5, 4, 3..., y prende la luz de Aplausos, y aplausos, y la cámara en un plano medio muestra al animador hablando, señalando los premios y anunciando nuevas sorpresas. ¡Y entran las mujeres!, grita señalando con la mano, y aparecen tres mujeres con vestidos ceñidos de colores amarillo, azul y rojo, y se prende el anuncio de Aplausos, y suenan los aplausos, y el animador dice con voz grave y bien vocalizada, Primera pregunta, cambiaría a su mujer por una nueva, tiene treinta segundos para responder. El hombre las observa, mira al presentador, al técnico de cámaras, al público que empieza a gritar, sí, sí, sí, y dice, Sí, y aplausos sin necesidad esta vez de prender el anuncio. Muy bien, dice el presentador, recuerde que si coinciden en dos respuestas son ganadores del premio mayor. Y vamos a la segunda, Cuál mujer escogería usted, y el público susurra, pero el presentador y el coordinador piden silencio y el hombre cierra los ojos y grita emocionado, Amarillo, y la mujer da un paso adelante y el anuncio de Aplausos se prende, y resuenan los aplausos. Tiene buen gusto, picarón, dice el presentador haciendo girar a la mujer para que la cámara la registre, Medidas perfectas, dice mientras suena la música del programa y se anuncian comerciales. El coordinador dice, Dos minutos, y entran las maquilladoras a secarle el sudor, echarle más polvos y peinarlo con un cepillo que le aplasta el rebelde mechón que tiende a caerle sobre la frente. Suena la música otra vez y el animador dice, Tercera pregunta, viviría con la señorita del vestido amarillo. El público calla, todos lo miran, la mujer sonríe, el hombre se rasca el mentón, mira al público, se agarra de los brazos del sillón y dice, Sí, y aplausos que se confunden con la música del programa. Muy bien, dice el presentador, miremos por vía satelital las respuestas de Myriam, su esposa. Se prende el monitor gigante y aparece la mujer en otro estudio. Al fondo se observa a tres caballeros vestidos de amarillo, azul y rojo. El otro animador repite las preguntas y, La primera respuesta es... No. No se preocupe, dice el presentador de este lado, todavía quedan dos respuestas, La segunda es... No, dice el presentador desde el monitor. El público de este lado protesta y el presentador recuerda que hay premios de consolación, y la tercera respuesta es... No. Es una lástima, dice el presentador, pero aquí tenemos una bella canasta con productos de nuestro patrocinador. Se prende el anuncio de Aplausos, y suenan los aplausos mientras el hombre sonríe al lado del presentador, quién anuncia premios acumulados para el próximo programa. Se apagan las luces, el público sale y los obreros desmontan el estudio.
El hombre se sienta agotado y deja a un lado la canasta. Tocan a la puerta, abre y Myriam lo saluda, sonriendo. Entra con otra canasta similar, observa la de su esposo y exclama, Son dos, las lleva hasta la mesa del comedor, les quita el papelillo y empieza a acomodar en el ceibó los enlatados, cremas, champúes, frutas y dos paquetes de pañales desechables.