viernes, 28 de junio de 2013

Lilian Elphick / Fugas


Lilian Elphick

Fuga I

Antes de morir, Kafka sueña con el escribiente Bartebly. Lo ve sumergido en legajos y papeles timbrados y firmados por él mismo. Bartebly desespera; no sabe cómo organizar la letra K. Pronto llegará el jefe y lo encontrará rodeado de escarabajos y chacales disputándose el ingreso al hueco ficticio.

-Preferiría no hacerlo –dice Kafka al despertar.

Dora Diamant y el Dr. Klopstock lo tranquilizan, pensando que ésas son sus últimas palabras.

Él se levanta, sonríe y se va.


Fuga II

Kafka está a punto de morir. Gregorio llora en un rincón, Borges tantea la puerta para poder salir, Monterroso cuenta ovejas para no sentir tanta pena y el dinosaurio corta las cuerdas de la ficción para huir donde no pueda ser encontrado.


Fuga III

-Te desgarraré como a un pez – ruge Hermann- y tomando un hacha le corta la cola a K. Luego, lo lanza al mar para que tenga una muerte digna de su especie. La cola vuelve a crecer y todo su cuerpo, hasta llegar a ser una ballena de nombre Moby Dick. Moby Dick huye del capitán Ahab que es, en el fondo de las profundidades abisales, el padre que, siendo un niño, tuvo llagas en las manos por trozar tanto pescado.


Fuga IV

Suponía que el personal del ferrocarril quedaría aterrado con esa tos; pero ya la conocían; la llamaban tos de lobo. Desde entonces empecé a identificar los aullidos en mi voz.(“Recuerdo del tren de Kalda”, en Diarios, de Franz Kafka)

Mi padre dijo que quien se acuesta con perros, amanece con pulgas, pero yo era un lobo tuberculoso que hacía temblar la estación de trenes con su tos. Los otros funcionarios me construyeron una caseta acolchada para que pudiera toser a mis anchas, sin molestar a nadie. Me dejaban niñas, abuelas y cazadores que yo devoraba con fruición. Botaba los restos para que los lobos verdaderos, que huían de los cuentos de hadas, pudiesen alimentarse.


Fuga V

Conocí a una huidora de nombre Caperucita Roja. Yo también me escapaba de mi propio destino de escarabajo pelotero. Decidimos refugiarnos juntos; ella en una esquina y yo, en la otra. Nos buscaron por años y sólo encontraron retazos, fragmentos, vidrio molido; nada que hiciera pensar que éramos nosotros.

El Tercer Reich se alzaba como un lobo verdaderamente feroz.

Fuga VI

Cuando morí, Dora fue llevada al Campo de Detención de Mujeres de la Isla de Man, por ser 'extranjera enemiga'.

En mi calidad de muerto, era poco lo que podía hacer. Dora me soñaba y yo sentía que me fugaba de mí mismo. Era imposible alcanzar su dolor.

-Ten calma, ya saldrás de aquí – le susurré. Ella despertó convertida en insecto y logró huir de su desgracia.







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