martes, 4 de junio de 2013

Evelio Rosero / Un hombre


Evelio Rosero
UN HOMBRE

Un hombre puso el siguiente aviso frente a la puerta de su casa: Se venden pobres. Otro hombre que pasaba se acercó a preguntar el precio. "Depende", dijo el primer hombre, "tendría usted que elegir qué pobre quiere". Entraron los dos hombres en la casa y no tardó en salir el comprador con un pobre bajo el brazo -sin explicarse aún para qué realmente necesitaba un pobre-. Al poco tiempo los demás hombres se enteraron de la noticia y no tardó en llenarse la casa de compradores. Cada quien salía con su respectivo pobre bajo el brazo. Algunos llevaban hasta tres y cinco pobres sobre las espaldas. Eran paquetes de pobres. Se anunciaban pobres en los periódicos. Se exportaban. Todo siguió así hasta que el primer hombre quedó sin más pobres para vender. El último pobre que se llevaron fue su mujer, aunque meses más tarde también él tendría que venderse como pobre. Entonces la competencia no se hizo esperar. Aparecieron empresas vendedoras de pobres, industrias productoras de pobres. Y eran pobres de todos los tamaños y colores. Hubo muchos concilios y guerras, exposiciones y discusiones que intentaron determinar el origen de tanto pobre. Se publicaron cientos de libros. Nadie habló de pobreza. Únicamente de pobres. Demasiado tarde. Se remataban pobres en África, en Pakistán, en los Estados Unidos, en la Argentina. No tardó el mundo entero en llenarse de pobres.



Evelio Rosero Diago
Cuento para matar un perro ( y otros cuentos)
Bogotá, Carlos Valencia Editores, 1989, p. 60






No hay comentarios:

Publicar un comentario