Triunfo Arciniegas
PROBLEMAS
Mis manos eran verdes y sabían a hierba. Devoré uno a uno mis dedos con hambre insaciable. El pensamiento de que me estaba devorando a mí mismo no me impedía continuar haciéndolo. Cuándo voy a parar, me pregunté. Mis manos comenzaban a desaparecer y mis diminutos dientes no paraban de arrancar pedazos. Me estoy comportando como un insecto, me dije. ¿O ya lo soy? Voy a desaparecer, me dije, e igualmente pensé que corría el mismo riesgo si dejaba de comer. Después de las manos, continué con mis brazos. La boca no me pertenecía: se comportaba como un animal ciego y salvaje. Me comí los brazos casi hasta los hombros. Luego ya ninguna parte de mí estaba al alcance de mi boca. Los muñones se me antojaron grotescos. Estoy en problemas. Continuar o parar la tarea de comerme no dependía de mí. La situación se salió de mis manos. Qué expresión tan ridícula. Ya no había manos. Si al menos apareciera alguien y me arrancara la cabeza. Si alguien me impidiera el tormento se seguir pensando. Había caído al piso y me revolcaba como una serpiente enloquecida. ¿Qué soy ahora? ¿Una bestia? ¿Todavía tengo un lugar en el mundo? No. ¿Pero cómo apartarme? ¿Cómo desaparecer del todo? Pensé que, si alguien tuviese la misericordia de acercar a mi boca otro pedazo, me despediría profundamente agradecido. Entonces me invadieron por igual la quietud y la oscuridad, y dejé de pensar.
26 de febrero de 2023
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