Esopo
La zorra y el leñador
Una zorra, perseguida por los cazadores, llegó a la casa de un leñador y le suplicó que la escondiera. El hombre la dejó entrar.
Casi de inmediato llegaron los cazadores y le preguntaron si había visto a la zorra.
El leñador les dijo que no, pero con su mano disimuladamente señaló el rincón de la casa donde se había escondido.
Los cazadores no comprendieron la seña y se confiaron únicamente en la palabra.
La zorra, al verlos marcharse, salió sin decir nada.
-¿No me das las gracias por haberte salvado? -le reprochó el leñador.
Y la zorra respondió:
-Te hubiera dado las gracias si tus manos y tu boca hubieran dicho lo mismo.
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