Héctor Tizón
EL DESCONOCIDO
Hace mucho tiempo, venía un hombre y se sentaba, preferentemente en esa mesa que da a la calle. Pedía algo, leía el diario y se iba. A veces, me decía dos o tres palabras. Eso se repitió durante años y yo siempre pensé que era una especie de vendedor, un viajante de comercio. Hasta que un día me llamó a la mesa y me dijo que me sentara, que quería decirme algo importante. Me senté. Mirá, me dijo, tengo cáncer y los médicos piensan que no me quedan más de 6 meses de vida. Pero no quería morirme sin decírtelo: yo soy tu padre.
Fuente:
"El viajante que robaba cartas de amor", entrevista de Raquel Garzón a Héctor Tizón, publicada en el suplemento Cultura y Nación del diario Clarín en agosto de 1999. Héctor Tizón está hablando del orígen de su novela El hombre que llegó a un pueblo. La cita completa dice así:
-Un conocido mío tiene negocios. Uno de ellos es una confitería. Un día viene y me dice: "Le voy a contar algo a usted que le gusta escribir." "A ver, digo yo, cómo es." Y él cuenta: "Hace mucho tiempo, venía un hombre y se sentaba, preferentemente en esa mesa que da a la calle. Pedía algo, leía el diario y se iba. A veces, me decía dos o tres palabras. Eso se repitió durante años y yo siempre pensé que era una especie de vendedor, un viajante de comercio. Hasta que un día me llamó a la mesa y me dijo que me sentara, que quería decirme algo importante. Me senté. Mirá, me dijo, tengo cáncer y los médicos piensan que no me quedan más de 6 meses de vida. Pero no quería morirme sin decírtelo: yo soy tu padre." Ahora bien, ¿cómo se mete eso en un libro? Nadie es capaz de hacer que el lector crea esa dosis de caballo de realismo. Porque no es verosímil y sin embargo es cierto.
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