Chavela Vargas
COSAS DEL TEQUILA
Ha venido Marta a casa y
me ha dicho que se ha muerto doña Amalita. Doña Amalita tenía más de cien años,
y acabó por morirse. Había sido coronela en la revolución de Zapata.
—Pues vámonos a casa de
la finada.
Y allí nos hemos
presentado. Nos dieron un vasote de tequila, como corresponde en un velorio
mexicano. Y luego otro. Y otro más. Venga lamentaciones, lloros y alegría. Y
más tequila. Y así hasta las siete de la mañana. Ya había amanecido cuando nos
fuimos todos en pachanga para el cementerio. Había que ver las lágrimas de los
presentes. Eran lágrimas tequileras, porque estábamos con un cuete tremendo. La
hija de doña Amalita decía:
—¡Adiós, madrecita, que
nunca te volveré a ver!
Y así iba todo. Hasta
que le pregunté a Marta.
—Pues ¿dónde está la
muerta, que no la veo?
—¡Ay, señora! ¡Pues que
no la trajimos, que se quedó allá en la casa!
Chavela Vargas
Y
si quieres saber de mi pasado
Madrid, Aguilar, 2002, p.
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