UN AGUJERO
Le pregunto al tendero gordo, con toda seriedad:
—¿Usted es Dios, señor?
Y él me responde, mientras corta trocitos de jamón, mientras mueren poco a poco sus ojos:
—No, no soy Dios, pero sí lo conozco.
—¿Cómo es él? —le pregunto.
Y él me responde:
—Es así.
Y me da su tamaño, su peso, sus medidas.
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