Jonathan Littell
UNA MUJER CASI DESNUDA
Iba a hacer otra pregunta, pero algo me interrumpió con rudeza: una mujer algo gruesa, casi desnuda, con las medias rotas, llegaba a toda velocidad y dando alaridos desde detrás de la catedral; se abalanzó entre las mesas, tropezó, tiró una cuan larga era a nuestros pies lanzando agudos chillidos. Tenía la piel blanca jaspeada de contusiones, pero no sangraba mucho. Dos mocetones con brazaletes la seguían sin prisas. Uno nos dirigió la palabra en mal alemán: "Disculpen, Offizieren. Kein Problem". El otro levantó a la mujer por los pelos y le atizó un puñetazo en el vientre. Ella hipó y no dijo nada, echando espuma por la boca. El primero le soltó una patada en las nalgas y ella echó a correr otra vez. Fueron detrás de ella a trote corto, entre risas, y se perdieron de vista detrás de la capilla.
Koch se quitó el sombrero y volvió a enjugarse la frente mientras yo levantaba la mesa derribada.
-Pero qué salvajes son en esta tierra -comenté.
-Ah, sí, es verdad. Pero creía que contaban con su beneplácito.
-Me entrañaría, Herr Haupatmann -dije-. Pero acabo de llegar y no estoy al tanto.
Jonathan Littell
Las benévolas
RBA, Barcelona, 2007, p. 60
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