
Lo dejaría todo aquí: los valles, los montes, los caminos y los arrendajos de los jardines, dejaría aquí a los pavorreales y los padres, el cielo y la tierra, primavera y otoño, dejaría aquí las salidas, el anochecer en la cocina, la última mirada amorosa, y todas las direcciones hacia la ciudad que te hacen temblar: dejaría aquí el espeso crepúsculo cayendo sobre la tierra, la gravedad, la esperanza, el encanto, y la tranquilidad, dejaría aquí a aquellos amados y a aquellos cercanos a mí, todo lo que me ha tocado, todo lo que me ha impactado, todo lo que me ha fascinado y elevado, dejaría aquí lo noble, lo benévolo, lo placentero, y lo demónicamente bello, dejaría aquí a la flor brotando, cada nacimiento y existencia, dejaría aquí el encantamiento, el enigma, las distancias, la intoxicación de eternidades inagotables; porque aquí dejaría esta tierra y estas estrellas, porque no llevaría nada conmigo, porque ya vi lo que viene, y de aquí no necesito nada.