Faulkner / Incendiar establosEl cochino se me metió en el maizal. Le eché el guante y se lo mandé. No tenía él una cerca con la que tenerlo bien sujeto. Yo ya se lo dije, ya iba avisado. La siguiente vez metí al cochino en mi corral. Cuando vino a recogerlo, le di alambre de sobra para que cercase bien su corral. A la vez siguiente, recogí al cochino y lo metí en mi corral. Fui a caballo hasta su casa y vi todo el alambre que le había dado yo enrollado y arrinconado en su parcela. Le dije que podía pasar a llevarse el cochino cuando me pagase una tasa de un dólar. Esa misma noche vino un negro con un dólar y se llevó el cochino. Era un negro un poco raro. Forastero, a lo mejor. Va y me dice: «Dice que le diga que la madera con el heno arde fácil». ¿Cómo dices?, le digo yo. «Pues eso, que me ha dicho que le diga que la madera con el heno arde fácil.» Esa misma noche me pegaron fuego al establo. Pude sacar lo que tenía dentro, aperos y animales, pero perdí el establo.